sábado, 5 de febrero de 2011

Las calles del mundo árabe se incendian

A Mubarak se le trancó el sueño de instaurar la dinastía
Las calles del mundo árabe se incendian
Autor: Prof. Antonio Hermosa Andújar, Universidad de Sevilla
Primero fue Túnez; luego vinieron Argelia, Egipto, Jordania, Yemen y otra vez Túnez que, en realidad, suma y sigue: como ocurrirá en los demás países y, faltaría más, en los nuevos que se vayan añadiendo a la causa, pues esto no ha hecho más que empezar. En fin, la calle árabe de nuevo está que arde, mas esta vez el incendio carece del aire festivo que tuvo cuando fueron derribadas las Torres Gemelas, o de la rabia divina que desató en la conciencia musulmana, sea la publicación de las caricaturas del Profeta en el diario danés Jyllands-Posten, sea el puntual dardo malévolo que suele lanzarle periódicamente el jefe de la competencia católica; ni proviene de cualquier otro hecho puntual suscitado por el maligno occidental, que nunca descansa. Pero tampoco, y esto sí que es grave, de la -descontada- madre de todas las protestas, el único foco de gangrena permanente, un verdadero descuido de Alá, quien debió de andar distraído ese día porque si no, por muy británicos que sean los británicos, no se la habrían colado. O sea: del conflicto palestino-israelí.
Imagino al multiculturalista de turno -un nombre adecuado para calificar en Occidente a un miembro reflejo de las élites árabes- yendo algo perplejo tras las causas del incendio. ¿Y con qué se topa? Pues, simplemente, con un sujeto inesperado: una multitud que crece y se renueva a sí misma conforme va cambiando su grito, que pasa de ser una dolorida consigna contra el hambre, la pobreza, el desempleo y la corrupción, a convertirse en un enardecido programa de reivindicación política en el que la marea crece desde la petición de dimisión de ciertas autoridades a la exigencia de un cambio de régimen. Multitud sin duda enloquecida, pensará nuestro tolerante multiculturalista, porque, a ver, ¿qué hace una mayoría de árabes islámicos reclamando reformas políticas que, de ponerse en práctica, llevarían incluso a confundirles con los sistemas políticos del enemigo? Y, por si fuera poco, todo eso como si nada. Total, llega uno, se quema a lo bonzo, ¡que mira que es poco musulmán eso!, además, y la chispa que ahí salta quema el palacio. ¡Ni que fuera ésta la primera vez en su historia que pasan hambre o están sometidos, ni que no fuera ésa su forma de ser! ¡Tate, aquí hay gato encerrado!, se dirá para sus adentros, mientras rumia ya cómo desmontar el complot.
Un ejercicio de vanidad
Y es que, en efecto, una parte de lo que ha ocurrido, y otra cada vez mayor de lo que está ocurriendo, no estaba escrito en el guión de la historia local… como tampoco en las suras coránicas. Pase que una sociedad partida en dos por varios costados vea rebelarse a la parte mayoritaria demandando una cura para sus urgencias: mejores salarios contra el hambre, empleos que ilusionen con un horizonte a su futuro, incluso algo más de justicia que diluya un tanto la ignominia en las desigualdades creadas por los privilegios, etc.; pase asimismo que esa rebelión tome cuerpo tras un hecho tan irrespetuoso como es que a alguien le dé por inmolarse, en sí un ejercicio de vanidad que no tiene en cuenta la tradición religiosa de llevarse por medio a algún enemigo del Islam, pero que en esta ocasión ha llevado, en su soberbia, hasta a organizar, aunque sea algo informalmente, la rabia y sacarla a pasear en público, en contra de la tan probada tradición política; pase, faltaría más, que sobre los rebeldes las fuerzas del orden ejerzan su violencia habitual, pues por qué dejarles hacer lo que quieren, tan en contra de lo que deben.
Ahora bien, lo que no puede pasar es que una vez empiezan a disiparse las brumas de los primeros enfrentamientos entre ambos bandos -esto es, la estela de muerte, de sangre, de dolor, de miedo y de rabia renovada que el choque de la violencia contra los rebeldes produjo en sus filas, incitándoles a la respuesta-, el mayoritario, el de los enragés, comience asimismo a vislumbrar los rasgos del que, con mayor o menor razón, considera por ahora responsable último de la situación actual, que le ponga el nombre y el rostro de su presidente, y el de sus allegados, y a la petición de pan sume la exigencia de libertad.
O sea: lo que no debe pasar, según las cuentas de todos aquéllos que retienen la reclamación de libertad una muestra más del imperialista ideario occidental, es que una multitud que salta a la calle con una determinada idea en la cabeza, por no decir en el estómago, mute mientras la recorre y llegue a la plaza convertida en dueña del palacio: en un nuevo sujeto político que, primero, reclama diversas libertades, para acto seguido atribuirse la soberanía y ejercerla de inmediato, forzando la deposición de los miembros afines al anterior autócrata presentes en el Gobierno recién formado tras su huída. Pues sí, lo que les quedaba por ver: ¡una antigua masa árabe informe que ha embocado por el momento su transformación en pueblo soberano a la occidental!
Tal es a grandes trazos el cuadro de lo sucedido en Túnez, y que sirve de patrón a cuanto ha venido después. Pero ya se sabe que a los imitadores no les gusta la virginidad de la historia: como, recibido el empujón -éxito oblige-, suelen tener prisa por abandonar el Ancien Règime, mejor optan por quemar etapas antes que por seguir la pauta del modelo original en toda su pureza, y en lugar de imitar los pasos uno a uno les va más lo de empezar donde terminaron los pioneros: reclamando el cambio del gobernante a la par que el del régimen, y si se acuerdan hasta reclaman también pan y trabajo. Se trata pues de un acto que, como se ve, implica un juicio completo, condena incluida, al sistema anterior. Por eso, al dictadorsaurio yemení, que pensaba que por haber refundado el país éste sería suyo para siempre, ya no le bastará para retener lo suyo con regalar los alimentos o introducir la meritocracia en el país; y por eso, a Mubarak parece habérsele truncado su deseo de instaurar en Egipto la dinastía -una de las señales de la introducción de la tiranía en la ciudad, como nos enseñara Heródoto- antes de que le suceda su primer heredero.
Y Occidente, a todo esto, ¿cómo reacciona? Se le ve preocupado, sin duda ¿Y qué le preocupa a la princesita? Desde luego, todo no, porque estaría ya muerta de preocupación si le preocupara tanto.
Le preocupa logicamente la inestabilidad que está invadiendo la zona, porque con los líos que se están montando, quién le garantiza ahora el suministro de petróleo, de gas, la seguridad frente al terrorismo, donde, por ejemplo, Al Qaeda tiene uno de sus centros sagrados. A Occidente le preocupa haberse quedado y estar a punto de quedarse sin algunos amigos en la zona -el hombre, quieras que no, su corazoncito también lo tiene- y por ello amonesta contra el uso de la violencia (y hace bien en esto, porque su uso es su abuso, y el imperio su meta soñada), porque ésta “no permite la comunicación entre gobernantes y gobernados”, se dice en Washington, o por su capacidad de producir “víctimas inocentes”, al decir de Angela Merkel.
No decían lo mismo hace poco más de un mes y medio, cuando el orden no dejaba presagiar la anarquía actual, es decir, cuando ese orden, en el que el tirano y los súbditos no se comunicaban, era el de la violencia, y víctimas inocentes del mismo eran la inmensa mayoría de las personas en cada uno de los países donde hoy la calle quema. A la princesita nunca pareció importarle la falta de libertad, la falta de seguridad, la falta de futuro o la sobra de hambre de los que hoy pueblan las plazas árabes, y no piensan volver a casa sin haber dejado una huella permanente de su presencia en ella. Egoísta como es, vieja como está, tiene cansados los sueños y debilitados los principios, al encerrarlos como están en la caja fuerte normativa de la nación, por lo que la política parece haber huido de estas democracias de jubilados en las que vivimos, a las que el uso ha gastado en lugar de renovado.
Si los derechos humanos tuvieran mínimamente que ver en la práctica con lo que son en la teoría, quizá habríamos descubierto que los europeos seguiríamos recibiendo gas si los magrebíes gozaran de más bienestar y que nuestra libertad y nuestra vida estarían más seguras si otros pueblos hubieran hecho saltar por los aires la sumisión.
Y es que, no se olvide, las exigencias de las plazas árabes lo son de libertad.

Mubarak reina sobre el Ejército

Ciertamente, en el estado de cosas actual, en absoluto cabe descartar que el antiguo régimen reaccione con éxito en busca de su termidor, sobre todo en Egipto, donde Mubarak sí reina sobre el Ejército.
Pero es mucho más fácil pensar que la mecha prendida inicialmente en Irán contra el robo en las urnas del triunfo de la oposición por parte del Gobierno actual siga generando más incendios. Como también lo es que cuando lo que prende la mecha es la libertad, todo lo que la refrena, antes o después, correrá peligro si no rejuvenece. Y entre ese todo figura, y de manera solemne, el propio Islam. Ya en Egipto, los organizadores de las manifestaciones aceptaron la posterior incorporación de los Hermanos Musulmanes a condición de que renunciaran a su lema sacrosanto de que El Islam es la solución. Y en Túnez, aunque aquí la historia cuenta, las fuerzas laicas primaron desde el principio.
Pero por otro lado, si algo han aprendido de inmediato los manifestantes es que la libertad de manifestación y expresión que ahora exigen está siendo un hecho con su protesta aun antes de que el cambio acabe por transformarla en derecho; que son ellos los que la están conquistando mientras la ejercen; y que el éxito del ejercicio exige la garantía de que podrá repetirse en el futuro cuando se juzgue oportuno. Con la misma celeridad han aprendido que en el nuevo régimen ellos deben ser el soberano. Y que ambas cosas van o pueden ir juntas…
A partir de ahí el camino es tan fácil de imaginar como difícil de recorrer, máxime cuando para la tradición cultural imperante representa una novedad casi absoluta. Pero las novedades no asustan a quienes exigen libertad mientras la ejercen, que pronto podrán aprender con Tocqueville que el precio de los males de la libertad es más libertad. Lo que es cierto es que si las revoluciones siguen prosperando todo será cuestionado, incluido el papel a jugar por la propia religión musulmana en el futuro. De ser así, estamos en los comienzos de un proceso extraordinariamente complejo y duradero del que en absoluto puede verse ni preverse el final; pero en la calle árabe hemos podido sentir ese calor que esparce “lalta crémor / del foc de llibertat” (el mismo que un día ya muy lejano nos cantara Raimon a los españoles dejándonos para siempre la música de las palabras de Salvador Espríu en los labios del alma), y también por eso desde hoy ya sabemos que entre las posibilidades aquí abiertas por los pueblos árabes a ellos mismos se incluye la de que el mismísimo Islam empiece a experimentar en sus carnes su renacimiento y su ilustración, algo imprescindible si quiere convivir con la democracia en Occidente, entre otras razones.
Mientras tanto, hasta el propio Alá -mera cuestión de prudencia-, mejor que vaya poniendo las barbas del profeta a remojar

jueves, 3 de febrero de 2011

Las piedras confirman la historia biblica.

   La  arqueologia biblica tiene  la  finalidad de comprobar que   a travez  de  esta ciencia, las  historias del pueblo elegido contadas  en el  santo libro   fueron  hechos  reales, aqui por  ejemplo esta este  articulo.

Las Piedras Confirman la Historia Bíblica


La vida de Sansón es descrita detalladamente en el libro de los Jueces. Sansón vivió en un tiempo en el cual los israelitas eran oprimidos por los filisteos. Ahora, se ha encontrado un indicio arqueológico de su historia.
Un nuevo hallazgo arqueológico, en las cercanías de Kirjat Gat, que los arqueólogos identifican con el Gat bíblico – el hogar de Goliat – sorprendió incluso a los arqueólogos israelíes, quienes están muy acostumbrados a los descubrimientos que reflejan las historias de la Biblia. El hallazgo tiene que ver con la conocida historia de la muerte de Sansón:

“Entonces los principales de los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio a Dagón su dios y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo. Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros. Y aconteció que cuando sintieron alegría en su corazón, dijeron: Llamad a Sansón, para que nos divierta. Y llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas. Entonces Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano: Acércame, y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la casa, para que me apoye sobre ellas. Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón. Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra. Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida” (Jueces 16:22-30).

Los arqueólogos de la Universidad Bar-Ilan, descubrieron en el sitio de excavaciones de Tell es-Safi (es decir, Gat), un templo que claramente puede ser datado en el tiempo de los filisteos bíblicos. El director de excavaciones, Prof. Aren Maeir, expuso: “Interesantemente, la presentación arquitectónica de este templo con sus dos columnas centrales hace recordar a las descripciones arquitectónicas de la conocida historia bíblica de Sansón y los filisteos, donde Sansón hizo caer el templo, al pararse entre las columnas, tomarlas y tirarlas abajo. Esto posiblemente señale que la historia de Sansón refleja un tipo de templo que, en ese entonces, era común en la tierra de los filisteos.”

Además, es interesante ver que las dos columnas tienen tan solamente una distancia de dos metros entre ellas. El hecho es que una y otra vez se ha planteado la pregunta de cómo sería posible que un hombre – aun siendo fuerte como Sansón – hubiera podido asirse de “las puertas de la ciudad con sus dos pilares”. Es que en Jueces 16:1-3 dice: “Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella. Y fue dicho a los de Gaza: Sansón ha venido acá. Y lo rodearon, y acecharon toda aquella noche a la puerta de la ciudad; y estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la mañana; entonces lo mataremos. Mas Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón.” El hallazgo arqueológico, fechado en el año 100 a.C., da una importante indicación de que, con dos metros de distancia, eso era totalmente posible para un hombre grande y fuerte.

El lugar de las excavaciones se encuentra entre Askelón y Jerusalén. Desde hace años se realizan excavaciones en dicho lugar. Este año participaron ayudantes de EE.UU, de Canadá, Australia, España, Italia, Alemania, Gran Bretaña, Suiza, Polonia e Israel. El Prof. Maeir ya hace 13 años que participa en las excavaciones en ese lugar. Él fue, también, quien descubrió indicios del terremoto que es mencionado en el libro bíblico de Amós, capítulo 1, versículo 1, y que está fechado por los arqueólogos en el siglo ocho antes de Cristo. ZL

COMENTARIO: Este artículo, por un lado hace callar a los críticos de la Biblia y, por otro, puede ayudar a los que dudan, a creer en Dios y en la Biblia. A quien trata con Israel y con su historia, se le proporcionan pruebas de la credibilidad de la Biblia. De ahí que Israel también puede ser un maravilloso instrumento para apoyar una evangelización, si uno puede hacerle entender a una persona que busca, que la Biblia es verdad, y que Israel proporciona la prueba visible de eso. Conno Malgo

lunes, 31 de enero de 2011

Cuando la Justicia falla, los hombres olvidan

Que fácil es perdonar en 15 minutos
Cuando la Justicia falla, los hombres olvidan
Autor: Dra. Bejla Rubin de Goldman, Buenos Aires
Se entiende mejor el nacional socialismo si se observa bajo el aspecto de una religión. El significado de los designios, el pathos del mensaje.
( Klaus von Schirach, hijo de Baldur, de las Juventudes Hitlerianas)
Pareciera que el ayer y el hoy hubieran quedado aunados como si el paso del tiempo, la enseñanza de la historia y los horrores de la guerra no nos hubieran modificado en nada. Por lo tanto, lo que sí hemos aprendido es que la pulsión de muerte no es domesticable y que cuando ésta desata su lado más oscuro y siniestro, se manifiesta de la forma menos esperada y por ende nos sorprende, incluso en aquellos que no calculábamos que nos dieran a ver esa hilacha malvada de su ser.
El juicio de Christian Von Wernich, realizado hace apenas unos años en la Argentina, que fuera al capellán de la Policía bonaerense durante el proceso militar durante los años 1976-1983, parece un fiel reflejo del juicio a los altos jerarcas nazis en Nuremberg.
En el juicio que hoy estoy recordando, hemos oído como el reo osó invocar las palabras de nuestro querido Borges, fatal destino a las expresiones del poeta que puestas en boca de semejante sujeto, haría que si Borges estuviera vivo, volvería a morir. O la excusa de haber realizado de no sé cuántas atrocidades a seres humanos en el Nombre de Dios.
Vemos así la misma desimplicación de la culpa por el acto criminal cometido tanto por asesinos argentinos como en cuanto a los realizados de mano de un Goering, Himmler, Hess, Eichmann o Von Schirach
Lo que hoy queremos recordar es el juicio de Nuremberg, particularmente la sentencia a morir en la horca del reo Hans Frank. Este fue abogado, ministro de Justicia en Baviera y luego ministro del Tercer Reich. Más tarde será nombrado gobernador de Polonia bajo el régimen nazi.
O sea, estamos hablando de una persona culta, conocedor de las leyes, el alcance de las leyes y el peso de la justicia, amén de poseer un saber calificado en cuanto al obrar para bien o para mal de todo sujeto. No obstante fue un brutal carnicero, despiadado, sádico y amante del poder. En prisión escribe a sus cinco hijos: “Aquí se trata solamente del humilde (o sea, pone palabras no veraces, digo yo) reconocimiento de mi culpa en la muerte de varios millones de personas inocentes”.
En prisión vuelve a la fe católica, hecho muy conveniente en alguien condenado a muerte, y que ésta fue llevada a cabo, por ahorcamiento, el 16 de octubre de 1946.
Lo que se quiere destacar es como la Iglesia, tanto la de hoy como la de entonces, absuelve ligeramente y sin incriminaciones, en cuanto al cometido de semejantes crímenes, a sus responsables con total liviandad y con la justificación que de Dios así lo habrá dispuesto.
El padre franciscano irlandés Sixtus O'´Connor acompaña al culpable arriba mencionado en sus últimos momentos, lo consuela y lo absuelve de sus crímenes. Dice al hijo de Hans Frank, Norman, el mayor de los cinco: “Durante los últimos 15 minutos hablé con él, le di la extremaunción y la completa absolución”.
Que fácil es eximir y perdonar en 15 minutos y dar la completa absolución por millones de muertos inocentes, en nombre de qué Dios, si ningún Dios pidió que se asesinara en su Nombre. Y agrega “Estoy seguro que tu padre ha ido directamente, (al infierno pienso yo), pero no, “al cielo y que ante el tribunal de Dios ha encontrado un Juicio Justo”.
¿Qué quiere esto decir? ¿Que el tribunal de los hombres ha sido injusto por haber condenado a este feroz asesino y que Dios hará un juicio justo, o sea, habrá de perdonar el crimen, la maldad, la violación de los derechos de los hombres, el derecho a la diferencia, en el más allá? Con esa liviandad se han asesinado seis millones de judíos, de los cuales un millón y medio fueron criaturas, bebitos recién nacidos, niños tatuados cual animalitos, seres inservibles al régimen nazi pues dada su corta edad no eran productivos y no valía la pena invertir en ellos ni siquiera una hogaza de pan.
Duele escribirlo, duele pensarlo, duele verlo en los documentales. Simplemente duele, en un dolor de entrañas, en el dolor del vientre vacío de cada madre.
Paradojas de la fe, de la razón, con artilugios acomodaticios distorsionando la verdad y que parecieran invitar a realizar cualquier atrocidad, total, en el más allá, al igual que los atentados fundamentalistas, el hombre es perdonado, premiado y el sujeto desimplicado de su voluntad y su acto criminal.
Son simples pensamientos dejados a exposición y a la reflexión, al diálogo y a la justicia de los hombres, dado que es en la única en que creo, me sostengo en ella y apuesto a un futuro mejor, pues de no ser así, vientos non santos son los que nuevamente comienzan a soplar, y en ellos, hoy todos podemos llegar a ser los nuevos judíos, excusas de una nueva-vieja maldad discriminatoria a poner en acto.
Palabras que una y otra vez vuelvo a enfatizar, dado que a 66 años de finalizada la Segunda Guerra Mundial, donde recordamos nuevamente el Día del Holocausto, pareciera que el tiempo se hubiera detenido, los hombres y sus políticas olvidado lo que han sido capaz de hacer, y nunca digas “de esta agua no he de volver a beber”.
Cuando la justicia humana falla, el hombre olvida y el lado oscuro del corazón del malvado se autoriza a volver a emerger, pues si el castigo no es punido, es casi una invitación a que el acto criminal vuelva a acontecer y repetirse