jueves, 27 de diciembre de 2012

La revuelta del Islam en Siria

La revuelta del Islam en Siria
Jonathan Spyer


Estados Unidos se convirtió, la semana pasada, en el último país en reconocer a la Coalición Nacional de Siria - formada en Qatar, hace un mes - como la dirigencia legítima de la oposición en ese país árabe.
La formación del Consejo Militar Conjunto, asociado a la Coalición, también fue anunciada en Antalya, Turquía. Al mismo tiempo, Washington designó a al-Jabhat Nusra, el poderoso grupo armado salafista en Siria, como una organización terrorista.
Todos estos eventos indican que está emergiendo ahora una política coherente de EE.UU. y Occidente hacia los rebeldes en la guerra civil siria. Esta política está en línea con un enfoque regional más amplio del gobierno de Obama y coincide con la aprobación de los principales gobiernos de la Unión Europea. También es la dirección preferida de Turquía y Qatar, los dos países que han encabezado la respuesta internacional a la rebelión siria, durante el largo periodo en que el Occidente prefería no involucrarse directamente.
La intención es fortalecer y alinearse con los elementos vinculados a los Hermanos Musulmanes; mientras se pinta a las fuerzas salafistas como el único peligro islamista real.
Simultáneamente, se ignoran o se dejan de lado a las fuerzas seculares.
Esta dinámica es claramente visible en la composición del nuevo consejo militar. El fundador del Ejército Libre de Siria, el secular ex coronel de la Fuerza Aérea, Riad Asaad, está notablemente ausente. Mustafa al-Sheikh, el primer general que desertó a los rebeldes, tampoco está. Sheikh es conocido por su férrea oposición a los Hermanos Musulmanes.
Hussein Haj Ali, el oficial de más alto rango en desertar, hasta el momento, también está ausente.
Un reporte de Reuters sobre el nuevo consejo militar conjunto calcula que los Hermanos Musulmanes y sus aliados representan alrededor de dos tercios de los 263 individuos que se reunieron en Antalya para formar el nuevo cuerpo. Los comandantes salafistas también están allí.
El nuevo consejo está presidido por el brigadier Selim Idriss, a quien se describe como un militar no-ideologizado. Pero sus lugartenientes, Abdel-Basset Tawil de Idlib y Abdel-Qader Saleh de la Gobernación de Alepo están vinculados a la tendencia salafista.
La hegemonía de los Hermanos Musulmanes sobre la nueva junta militar refleja la posición rectora de ese movimiento islamista en la dirección del nuevo organismo civil - la Coalición Nacional de Siria. El líder de esta coalición es Mouaz Ahmed al-Khatib, ex imán de la mezquita de los Omeyas de Damasco.
Khatib está estrechamente asociado a la rama de Damasco de los Hermanos Musulmanes.
El líder de la nueva coalición tiene una larga historia de declaraciones antisemitas, anti-occidentales y anti-chiís (por ejemplo, elogió a Saddam Hussein por “aterrorizar a la judíos” y escribió un artículo preguntando si Facebook no era en realidad un “sitio web de la inteligencia norteamericano-israelí”). También es admirador del predicador de los Hermanos Musulmanes, el jeque Yusuf al-Qaradawi, que reside en Qatar.
Dentro del cuerpo dirigido por Khatib, el Consejo Nacional Sirio - dominado por los Hermanos Musulmanes -, controla alrededor de 27 de los 65 escaños del órgano ejecutivo de la nueva coalición. También hay islamistas y compañeros de ruta entre los delegados que no son del CNS.
Los Hermanos Musulmanes son, por lejos, el organismo mejor organizado dentro de la coalición. Un delegado laico en la primera reunión plenaria de la coalición acusó a la Hermandad
de “meter más de sus halcones dentro de la coalición; a pesar de que ya tiene la mitad de los escaños”.
Por lo tanto, la aparición de la Coalición Nacional Siria y su asociado, el Consejo Militar Conjunto, significa que Occidente y sus aliados regionales sunitas están apoyando a una alianza dominada por los Hermanos Musulmanes como el reemplazante preferido del régimen de Asad.
La organización Jabhat al-Nusra - vinculada a Al Qaeda -, designada recientemente por EE.UU. como organización terrorista, es una poderosa fuerza jihadista en el terreno.
El deseo occidental de declarar fuera de juego a este grupo es totalmente comprensible. Pero el intento de transformarlo en una especie de cuco para contrastarlo con los llamados grupos islamistas “moderados” tiene muy poca base en la realidad. La diferencia entre los salafistas y las organizaciones afiliadas a los Hermanos Musulmanes es una cuestión de grado, no de clase.
Por ejemplo, la designación de EE.UU. ha provocado a una furiosa respuesta entre los rebeldes sirios. Veintinueve grupos rebeldes han emitido un comunicado diciendo que “todos somos Jabhat al-Nusra”.
Su percepción es que EE.UU. ha tratado de evitar el contacto con los insurgentes armados; pero ahora quiere involucrarse porque vislumbra la posibilidad de una victoria rebelde. Los jihadistas de al-Jabhat Nusra, por otro lado, han estado allí desde el principio y han demostrado estar entre las unidades rebeldes de mayor capacidad militar. Esta percepción concuerda en gran medida con los hechos.
La atención de los medios en Jabhat al-Nusra bien puede ser exagerada. Incluso aquellos artículos que afirman que ahora está jugando un papel preponderante en la lucha admiten que sólo constituye una pequeña fracción del número total de combatientes insurgentes (nueve por ciento es el guarismo citado con frecuencia, aunque es difícil ver en qué se basa esta cifra sospechosamente precisa).
El enfoque en Jabhat al-Nusra no debería ocultar el hecho de que los elementos no salafistas, mejor organizados, de la cosecha propia de los Hermanos Musulmanes - que están siendo apoyados por EE.UU. - no son menos anti-occidentales ni menos antisemitas.
¿Podrían las cosas haber sido distintas? Como en Egipto, tal vez, si Occidente se hubiera dado cuenta claramente de los riesgos y las oportunidades desde un principio. Esto podría haber desatado una política enérgica de apoyo a la oposición y a los elementos combatientes no islamistas, que se encontraban allí.
Un argumento en contra también puede hacerse, según el cual en el mundo árabe en 2012, una fuerza popular no islamista capaz de rivalizar con los Hermanos Musulmanes y los salafistas en capacidad de organización y compromiso, sería muy poco probable.
De todas maneras, esa política nunca fue intentada y ni siquiera está siendo probado ahora.
El resultado es que la fuerza, que ahora enfrenta al régimen de Asad - en retirada -, está dividida entre diferentes ramas del islamismo sunita - algunas alineadas con Occidente, algunas directamente opuestas a él; pero todas se aferran a ideologías fundamentalmente anti-occidentales.
Dadas la cantidad de vidas que se han perdido en Siria, y la presencia de programas de armas químicas y biológicas ahora en las proximidades de los grupos terroristas islamistas, no parece hiperbólico recordar una estrofa del famoso poema de Percy Shelley “La revuelta del Islam”: “Sus complicadas líneas orientaron el sol hacia las sombras... y por todas partes, un temor más oscuro que la noche se derramó sobre la Tierra”.

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