sábado, 21 de julio de 2012

Cuando la memoria recuerda, la historia no olvida

Cuando la memoria recuerda, la historia no olvida
Autor: Pablo Roitberg (Bs.As.)


La idiosincrasia del pueblo judío, es desde siempre de un bajo perfil. A muy pocos judíos les interesa o les preocupa exponerse en primera línea, aún teniendo la convicción de poseer las dotes que da la cultura, demostradas a través de casi seis mil años de existencia.
Decimos que nuestro calendario comienza con la creación del mundo. Créase o no, pero algo de verdad hay, aunque “quien más sabe, más duda”.
De las entrañas de nuestro pueblo, salió la Biblia, como un mandato del Todopoderoso, de la que, la cultura del mundo extrajo leyes ejemplares que rigen los destinos de la eterna humanidad. Nos llaman “los hermanos mayores” pero poco caso nos hacen, ni emulan nuestro ejemplo. Donde pueden, nos tratan de someter socavando nuestras raíces, pero ni aún así, han logrado vencernos y mucho menos eliminarnos. ¿Será verdad que somos el pueblo elegido...?
La fe, con pruebas contundentes, nos enseña a creer. Nuestro pueblo sufrió como ninguno, sin embargo, hasta le dio a este mundo, un mundo nuevo ¡el descubrimiento de América!
Columbus, der id
Cuando yo era aún un niño de primaria, en las hoy lejanas escuelitas de campo, allá en mi muy querida y nunca olvidada provincia de Entre Ríos, concurríamos por la mañana a la escuela castellana, en un turno de cinco horas diarias y otro similar por la tarde, a la escuela hebrea o viceversa. En la escuela hebrea, nos enseñaban principalmente a hablar y escribir en ídish, lo mismo que la historia de nuestro pueblo. Cuando la escritura no nos salía tan perfecta, nuestro adorado maestro don David Lederman z“l nos juntaba los cinco dedos de la mano derecha, como un puño a medio cerrar y nos daba tal paliza con su lápiz “Faber” No 2, que en más de una ocasión lo quebraba en nuestros dedos. Hoy, después de casi 75 años de aquel grandioso acontecimiento, puedo decir complaciente: “gracias entrañable maestro... ¡por aquellos sabios castigos, aprendí a escribir!”
En las tibias cocinas de ese entonces, en las largas noches de invierno, solíamos leer “Di idishe zaitung”, El diario Israelita). Recuerdo que existía una novela o “roman”, en idish, titulada “Colón, der Id” (Colón el judío) y relataba los pormenores de su vida.
Hoy, después de muchos años y de profundos estudios, puedo confirmar esa tesis, en la que se afirma que Cristóbal Colón no fue un navegante veneciano, como nos hicieron creer por muchas generaciones, sino un hijo de una familia judía de Castilla, España, que fue obligado a renunciar a su religión judía y convertirse al catolicismo, es decir
que aceptó ser un judío “marrano”. Otro de los pesares, arrojados sobre el credo judío, que equivale, según la Real Academia, a cerdo, u hombre sucio. Nunca se ha escuchado del pueblo judío, inferir tales infundios a cultores de otros pueblos.
Muchos académicos de la talla de Otero Sánchez, Nicolás Díaz Pérez, García de la Riega y tantos otros, confirman hoy que Colón era un judío español, convertido en “marrano”, por aquel fatídico decreto del 31 de Marzo de 1492, firmado por la reina Isabel, la Católica, inspiradora de la Inquisición Española, en contra de los judíos a los que hirió moralmente y masacró sin piedad. En la historia del pueblo judío, jamás el mundo encontrará páginas tan obscuras y vergonzantes, como esas.
Palabras hebreas halladas en cartas
La profesora de lenguas de la Universidad de Georgetwn, Estelle Irizarry quien analizó decenas de cartas de Colón, y concluyó que en ellas habían expresiones provenientes del dialecto judío de Castilla-España, conocido como “ladino”. En la parte izquierda de una quincena de cartas, dirigida a su hijo Diego, pudo detectar dos letras en hebreo, es decir una “bet” y una “hey” que quieren decir “Baruj Hashem” o también “Beezrat Hashem” (Bendito el Señor, o con la ayuda del Señor).
Cuentan otros estudios históricos, que la misión no fue financiada por el gobierno español de la reina, sino por tres acaudalados amigos conversos de Colón, don Luis Stangel, Gabriel Sánchez y don Isaac Abarbanel, le dieron un préstamo de 17.000 ducados, sin interés, con los que pudo costear el viaje. Agrega el estudio, que la intención disfrazada de Colón no era el de conquistar rutas o territorios, sino llegar a Asia para lograr oro y poder retornar a Jerusalén...
Se encontró también un testamento, firmado el 19 de mayo de 1506, por el que expresaba su último deseo, de entregar un diezmo de sus haberes a los pobres y otra como dote a las niñas pobres, para ayudarlas a contraer enlace, costumbre muy practicada por la religión y la costumbre judía de esos tiempos.
De esa reflexión extraigo, que Israel no debe andar con tantas contemplaciones con nuestros declarados enemigos, sino, limpiarnos de ellos, ya que la historia nos muestra, cuán duros han sido los pueblos con nosotros, siempre.
Quien respeta la paz y ama el trabajo, debemos entre todos ayudar a que se consolide, pero aquellos que lanzan misiles a diario, y nos amenazan cobardemente desde las sombras, no nos queda otro camino, que emplear la “ley del talión”, porque ¡jamás van a entender el valor de la democracia y la cultura de la paz!.

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