El santo y codiciado nombre de Yerushalaim
Pablo Roitberg, Buenos Aires
¿Desde cuándo y con qué titulo, los palestinos se creen con derecho a exigir parte de la histórica ciudad santa del pueblo hebreo? ¿Tan solo por tener una o varias mezquitas? Acaso el gobierno o el pueblo de Israel, ¿les impidieron acceder a su libre culto? Solo mentes endiabladas y enfermizas, pueden albergar esa falacia. ¡Israel es una nación, culta, seria, generosa y democrática!
Al menos, así lo entiende la mayoría de las naciones del mundo, con quienes mantiene óptimas relaciones de toda índole. La democracia israelí, irradia paz y soberanía, ofrece y exige honorabilidad y respeto y jamás se dejará pisotear por nadie. Enfrentará a quien se le oponga, en el terreno que sea.
Sus dos milenios de diáspora, han endurecido sus brazos y fortificado su mente. Puede a veces detenerse a vacilar, pero es solo para razonar y tomar más impulso. Lo ha demostrado en infinidad de ocasiones.
Los vecinos con quiénes mantiene un convenio de paz, pueden dormir sin frazadas. No así, los que aún mantienen beligerancia. Nuestros ocasionales e impuestos vecinos por aquella incipiente Naciones Unidas, los palestinos, creen merecer derechos que jamás sembraron. En 66 años de vida, solo buscaron perturbación, traicioneros atentados e intifadas y ridículas exigencias.
Han fomentado el enfrentamiento armado más largo de la historia, viven de la dádiva del mundo y ahora también pretenden los laureles que no supieron conseguir. Y es adueñarse también de una parte de Jerusalén. Eso nunca sucederá. Quítenselo de la cabeza, porqué perderán la cabeza.
El pueblo de Israel, entra a esa "Tierra Prometida" en el año 1350 (aC.) y se forman los dos Reinos; el de Israel y el de Iehuda, este último en la zona conocida como Judea y Samaria. En el año 1050 (A.E.C.) el
Al menos, así lo entiende la mayoría de las naciones del mundo, con quienes mantiene óptimas relaciones de toda índole. La democracia israelí, irradia paz y soberanía, ofrece y exige honorabilidad y respeto y jamás se dejará pisotear por nadie. Enfrentará a quien se le oponga, en el terreno que sea.
Sus dos milenios de diáspora, han endurecido sus brazos y fortificado su mente. Puede a veces detenerse a vacilar, pero es solo para razonar y tomar más impulso. Lo ha demostrado en infinidad de ocasiones.
Los vecinos con quiénes mantiene un convenio de paz, pueden dormir sin frazadas. No así, los que aún mantienen beligerancia. Nuestros ocasionales e impuestos vecinos por aquella incipiente Naciones Unidas, los palestinos, creen merecer derechos que jamás sembraron. En 66 años de vida, solo buscaron perturbación, traicioneros atentados e intifadas y ridículas exigencias.
Han fomentado el enfrentamiento armado más largo de la historia, viven de la dádiva del mundo y ahora también pretenden los laureles que no supieron conseguir. Y es adueñarse también de una parte de Jerusalén. Eso nunca sucederá. Quítenselo de la cabeza, porqué perderán la cabeza.
El pueblo de Israel, entra a esa "Tierra Prometida" en el año 1350 (aC.) y se forman los dos Reinos; el de Israel y el de Iehuda, este último en la zona conocida como Judea y Samaria. En el año 1050 (A.E.C.) el
entonces Rey David, nombra a la ciudad de Yerushalaim como la capital de Israel. Se la denominó Santa, por la cantidad de milagros acontecidos en ella. Allí se detuvo el Arca de Noé después del diluvio. Allí Shem, el hijo mayor de Noaj, (Noé) desarrolló sus cátedras de erudito profesor de Torá quien la llamó "Shalem", como aplicando algo de su nombre.
Allí también el Patriarca Abraham, fue enviado a las alturas del monte Moriá ,para mostrar una prueba de obediencia, sacrificando a su único hijo Itzjak. Cuando el hijo preguntó: "Tienes todo preparado, pero ¿dónde está el cordero para sacrificar? el padre le respondió: "Hu iré” (“el verá”) Entonces el santo, para evitar ofensas de Shem y de Abraham, unió ambos proyectos nombrándola "Yerushalaim".
Otro de los hechos místicos, es que el arca nunca apareció, ni tampoco el Monte de Moriá.
Hace poco tiempo, un respetado jeque musulmán jordano, nombrando varias "suras" del Corán, aseguró que ninguna otorga y ni siquiera menciona algún derecho de los palestinos, sobre la Tierra de Israel, ni mucho menos, sobre Jerusalén. En cambio, dice el Corán, que Alá cedió esa tierra al pueblo hebreo, hasta el Día del Juicio Final, es decir para siempre.
Humildemente, me inclinó a pensar, que si la paz no llega, es porque dios no los quiere en su Tierra. Pueden aceptar los emisarios que quieran, los países que se inquieten pero nadie logrará resultados positivos.
El pueblo hebreo, cree solo en dios, de ahí los resultados de su existencia y progreso, de sus éxitos tecno-científicos y de su fortaleza militar, su permanente esfuerzo y su despejada mente, lo llevarán a la cumbre de las naciones. No tengan dudas. Verán caer a sus enemigos a diestra y siniestra. Nunca pierdan la fe, porque es el comienzo de la felicidad.
Allí también el Patriarca Abraham, fue enviado a las alturas del monte Moriá ,para mostrar una prueba de obediencia, sacrificando a su único hijo Itzjak. Cuando el hijo preguntó: "Tienes todo preparado, pero ¿dónde está el cordero para sacrificar? el padre le respondió: "Hu iré” (“el verá”) Entonces el santo, para evitar ofensas de Shem y de Abraham, unió ambos proyectos nombrándola "Yerushalaim".
Otro de los hechos místicos, es que el arca nunca apareció, ni tampoco el Monte de Moriá.
Hace poco tiempo, un respetado jeque musulmán jordano, nombrando varias "suras" del Corán, aseguró que ninguna otorga y ni siquiera menciona algún derecho de los palestinos, sobre la Tierra de Israel, ni mucho menos, sobre Jerusalén. En cambio, dice el Corán, que Alá cedió esa tierra al pueblo hebreo, hasta el Día del Juicio Final, es decir para siempre.
Humildemente, me inclinó a pensar, que si la paz no llega, es porque dios no los quiere en su Tierra. Pueden aceptar los emisarios que quieran, los países que se inquieten pero nadie logrará resultados positivos.
El pueblo hebreo, cree solo en dios, de ahí los resultados de su existencia y progreso, de sus éxitos tecno-científicos y de su fortaleza militar, su permanente esfuerzo y su despejada mente, lo llevarán a la cumbre de las naciones. No tengan dudas. Verán caer a sus enemigos a diestra y siniestra. Nunca pierdan la fe, porque es el comienzo de la felicidad.